No sé qué me pasa.

Pero estoy ausente, distraída, hundida en algún mundo que ni tan siquiera yo podría reconocer.

Y ¿cómo he llegado hasta aquí?

Sinceramente, tampoco lo sé.

Los pensamientos, esos que son mis grandes enemigos, se sublevan dentro de mi cabeza.

No quieren destacar.

Pero no guardan silencio.

Un rumor, molesto y monótono, ensucia mi momento presente.

El presente…

Eso es lo que se supone que tengo que defender, porque eso es lo único que tengo.

Y, sin embargo, percibo cómo lo dejo caer entre los dedos, noto su tibieza, su livianidad, su insolente fragilidad, su efímera presencia…

No logro acallar ese ruido.

Quizás es miedo.

Miedo a lo que aún no ha llegado.

Miedo a lo que estoy convencida que llegará.

Miedo a que mi mundo, imperfecto y minúsculo, desaparezca.

Miedo a desaparecer con él…

¿Presentimientos?

No tengo claro que existan. Pero, si existieran, los imagino inquietos, juguetones, traviesos. Niños consentidos que quieren atraparte en su mundo de verdades ocultas y mentiras a medias…o tal vez no…

Pero no..no son presentimientos lo que noto luchando por hacerse oir en mi interior.

Es una especie de eco.

Algo que vibra, que resuena a “ te lo dije”, algo que arrastra una mochila que no sabe dónde soltar.

¿Qué quieres decirme?

¿Que me equivoqué?

No me asusta eso. He fallado muchas veces en mi vida y aún sigo de pie.

Me preocupa más no intentarlo. Perderme esa sensación de felicidad cuando consigues llegar, cuando consigues encontrar el camino…

Aunque a veces, tal vez más de las que estoy dispuesta a admitir, me aterra dar el paso. El paso a lo desconocido. El paso a encontrar nuevos objetivos, nuevas ilusiones. El paso a sentirme más “yo “.

Tal vez sea eso…

Tal vez debo dar otro paso…

O tal vez no…

CCG

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